En 1637, la locura de los tulipanes alimentó una de las primeras burbujas de inversión especulativa. Las codiciadas variedades de tulipanes llevaron a que los precios se dispararan y los bulbos de tulipanes costaron más que las casas en Ámsterdam. Luego, tan repentinamente como comenzó, la burbuja estalló cuando los inversores ya no pudieron pagar ni siquiera las bombillas más baratas, lo que provocó una crisis económica.