Dodo tiene una puesta en escena espectacular. Antes de empezar la partida, deberéis montar las tres partes de la montaña y distribuir las 58 fichas de construcción, boca abajo, a su alrededor. Colocaréis el gran huevo en la parte superior de la montaña y al dodo haciendo tope. Cuando estéis listos, apartad al dodo y el huevo, poco a poco, se irá moviendo por las laderas de la montaña. ¡Deprisa, a construir puentes!
El jugador más joven empieza tirando el dado, que en cada una de las caras muestra un material de construcción distinto. A continuación, el mismo jugador toma una de las fichas y le da la vuelta; si el símbolo coincide, lo usa para construir una de las partes del puente. En caso contrario, pasa el dado al siguiente jugador en el orden de las agujas del reloj y vuelve a dejar la ficha boca abajo. ¡Tener buena memoria será vital si queréis salvar el huevo de dodo! Una vez rellenados todos los espacios que pide el puente, enganchadlo a la ladera de la montaña.
A lo largo de los turnos los jugadores usarán tablones de madera, clavos, cañas de bambú, martillos, hojas, cuerda o la ayuda de aldeanos de la tribu, que sirven como comodines, para completar los puentes y el embarcadero. Las partidas a Dodo son frenéticas, ¡El huevo nunca se está quieto y no os dejará demasiado tiempo para pensar!
Dodo permite ajustar el nivel de dificultad usando dos mecanismos: Por un lado, podéis retirar fichas de comodín para que os sea un poco más difícil construir los puentes. Por el otro, podéis usar o no los huecos con un símbolo de calavera. ¡De vosotros depende que el reto sea más o menos difícil!
Los más pequeños de casa se lo pasarán en grande jugando a Dodo. Se trata de una propuesta muy inmersiva, con componentes muy llamativos: El huevo, que desciende lento pero sin pausa por las laderas de la montaña, ¡parece que se desplace por arte de magia! Todo ello mientras ejercitáis la memoria y colaboráis con el resto de los jugadores para conseguir un objetivo común. ¿Lograréis salvar la pequeña cría de dodo?